En la inyección intracitoplásmica de espermatozoides (ICSI) se inyecta un solo espermatozoide saludable en cada óvulo maduro.
Se usa con frecuencia cuando la calidad o la cantidad (forma o movilidad) de semen es un problema o si los intentos de fertilización previos en un procedimiento de Fertilización In Vitro (FIV) no dieron resultados.
Se recomienda ICSI cuando hay una cantidad baja de esperma, cuando los espermatozoides poseen una forma anormal o una baja movilidad, cuando se ha intentado el procedimiento de Fertilización In Vitro (FIV) y ninguno o pocos óvulos fueron fecundados.
No se recomienda la Inyección Intracitoplásmica de Espermatozoides si con anterioridad la persona se ha sometido a tratamientos y prevalece la calidad baja u óvulos sin madurar la cual no dejará que se fertilice con la esperma.
Una especialista de embriones inyectará un solo espermatozoide directamente al óvulo. Esto maximiza las probabilidades de fertilización, eliminando los potenciales problemas que pueda tener el espermatozoide de llegar hasta el óvulo.
Respecto a los posibles riesgos que conlleva el tratamiento de ICSI, existen ciertas problemáticas que pueden transmitirse genéticamente así como la posibilidad de que un varón concebido por ICSI herede la infertilidad de su padre.
En caso de que el tratamiento ICSI no funcione, los expertos recomiendan esperar unos meses antes de intentarlo de nuevo, con el fin de que el cuerpo se recupere del estrés producido. De manera alternativa, se sugiere la exploración de otras opciones para crear una familia, como lo son un donante de esperma o la adopción.